En los albores de la aviación comercial en Colombia, cada compañía aérea se encargaba de construir y mantener los aeródromos necesarios para sus operaciones en distintas ciudades. Este modelo inicial implicaba costos significativos para las empresas, que debían adecuar terrenos y construir infraestructuras mínimas para atender pasajeros y mantener sus aeronaves. En este panorama, la SCADTA destacó por ser pionera en la construcción de la mayoría de los aeródromos del país.
Al principio, la SCADTA utilizó bases fluviales a lo largo del Río Magdalena para operar hidroaviones, y estableció aeropuertos anfibios en Barranquilla y Flandes. Con el tiempo, adaptaron campos aéreos para aviones convencionales con ruedas. El primer campo aéreo en Bogotá se ubicó en una finca en Muzú, al sur de la ciudad, donde en 1920 aterrizó el primer avión de la SCADTA, un JunkersF-13 bautizado como "Bogotá". En 1930, la empresa construyó el aeródromo de Techo en Bogotá, que se convirtió en uno de los principales centros de operaciones del país, junto con el aeródromo de Soledad en Barranquilla.
La idea de centralizar el control y la explotación de los aeródromos colombianos surgió siguiendo el ejemplo de otras naciones, que buscaban asegurar la soberanía nacional sobre la aviación civil y el espacio aéreo. Este concepto cristalizó con la Ley 12 de 1947, promulgada tras la Convención sobre Aviación Civil de Chicago en 1944.
En noviembre de 1954, el General Gustavo Rojas Pinilla estableció mediante el Decreto 3269 la Empresa Colombiana de Aeródromos (ECA), un ente público encargado de gestionar los aeropuertos nacionales y los servicios aéreos comerciales en Colombia. La creación de la ECA respondió a las recomendaciones de las Misiones Currie y Madigan, que abogaban por un control más efectivo del transporte aéreo en el país.
La ECA se constituyó como un instituto descentralizado, con autonomía jurídica y estatutos propios, bajo la supervisión de la Contraloría General de la República. Su principal objetivo era desarrollar un aeropuerto internacional en Bogotá para reemplazar el obsoleto aeropuerto de Techo, además de dotar de infraestructura aérea a las regiones más remotas del país, conocidas como los "Territorios Nacionales de Aeródromos". También se encargó del mantenimiento y mejora de los aeropuertos de propiedad nacional.
Para cumplir con estas ambiciosas metas, la ECA reclutó personal altamente calificado, formado en universidades nacionales y especializado en Estados Unidos en diseño y planificación de aeropuertos.
Las responsabilidades de la ECA se ampliaron significativamente cuando Avianca ofreció venderle al gobierno todos los aeropuertos que poseía. La adquisición incluyó aeropuertos estratégicos como Soledad en Barranquilla, Crespo en Cartagena, y el propio Techo en Bogotá. Esta compra se formalizó en 1956, consolidando a la ECA como el principal gestor de la red aeroportuaria nacional.
Bajo la dirección del Coronel Téllez y la supervisión del General Rojas, la ECA diseñó y construyó una serie de aeropuertos importantes durante el gobierno militar, incluyendo San Andrés, Leticia, Barrancabermeja, y Bogotá. Estos proyectos representaron logros destacados de ingeniería para la época.
El proyecto más emblemático de la ECA fue el Aeropuerto Internacional El Dorado en Bogotá, cuyo diseño estuvo a cargo de ingenieros colombianos bajo la supervisión del General Rojas. Con dos pistas de aterrizaje de 3,800 metros y un moderno terminal diseñado por el arquitecto italiano Domenico Parma, El Dorado fue inaugurado el 10 de diciembre de 1959, marcando un hito en la infraestructura aeroportuaria del país.
A pesar de los avances, hacia 1963 la ECA enfrentaba desafíos financieros para mantener y expandir la red aeroportuaria nacional. La creciente demanda y la necesidad de modernización requerían inversiones considerables que superaban los recursos disponibles.
Finalmente, en 1968, durante la presidencia de Carlos Lleras Restrepo, se suprimió la ECA y se creó el Fondo Aeronáutico Nacional (FAN), transfiriendo su patrimonio y responsabilidades. Así concluyeron catorce años de historia en los cuales la ECA fue crucial para el desarrollo de la infraestructura aeroportuaria de Colombia, contribuyendo significativamente al crecimiento económico e industrial del país.
Jaime Escobar Corradine
Vicepresidente, Academia Colombiana de Historia Aérea
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